Avanzamos Mayo y nos metemos de lleno en las marchas gustosas, de esas que vienen cargadas de kilómetros y de buenos y bellos paisajes como la de hoy que nos llevaba a Dehesas Viejas por un circuito disfrutón que nos ha adentrado de lleno en pleno corazón de los Montes Orientales.
La etapa ha tenido de todo. Buen ritmo, subidas, bajadas, llano para rodar y buena compañía que al fin y al cabo es de lo que se trata.
La mañana empezaba (y ha continuado prácticamente toda la jornada) con fresquito. De ese que gusta, porque así no se suda en exceso. Por delante una grupeta que partía con 10 minutos de antelación y por detrás, el grueso del grupo, que tomaba dirección para el El Chaparral, El Cubillas, Arenales, Deifontes e Iznalloz donde en el principio de la subida el grupo ha saltado en mil pedazos. Cosa normal, viendo lo que se nos venía. Por delante quedaban los kms. más exigentes de la marcha. Pronto, las grupetas formadas afrontaban el puerto El Zegrí, pero solo apenas un km porque había que desviarse para nuestro destino, Dehesas Viejas.
Con un ritmo cómodo se afrontan los 8 kms que nos separan del pueblo. Poco a poco se van reagrupando unidades. Pasamos por Poloria, cortijo de tristes recuerdos para Roberto ya que fue ahí donde conoció las mieles de este bello y noble deporte. Hoy, por contra, se ha resarcido con creces y ha afrontado el "repechillo" con una dignidad pasmosa.
Como en Dehesas Viejas no había manera de avituallar, el delegado de turno, Antonio Gutiérrez, fiel conocedor de la zona, aconsejó que el grupo en general se dirigiese hasta Benalua donde ahí sí estaban preparados para recibirnos. Así las cosas, el trayecto de ida se ha convertido en un tramo de tres cuartas partes del total de kms llegando en algunos casos a ver como marcaba el km 70 de etapa en Benalúa.
Tras un buen desayuno, con "aturullamiento" al personal del bar (el día menos pensado nos mandan a freír espárragos), iniciamos el regreso, no sin antes inmortalizar tal gesta con la clásica foto de familia.
Por delante aún nos quedaban Puerto Guerra y el Alto de Colomera junto con los repechos de las Torres y de la pista de vuelo. Ya en el pantano, con las piernas de algunos pidiendo potasio a granel, afrontamos los últimos kms de manera más cómoda hasta Albolote, punto de reagrupamiento, donde, una vez llegados a Maracena, con la centena de kms en la capacha, cada mochuelo ha tirado para su olivo.
Los veteranos, nuestros incombustibles Manolo Ramal y Joaquín Puertas, han llegado hasta Iznalloz para volver sobre sus pasos. Jorge Jiménez y Pepe Fernández han adaptado el recorrido a sus posibilidades realizando la marcha hasta Benalua por Colomera para volver sobre sus pasos hasta Albolote donde, pacientemente, han esperado el tiempo que haga falta para que llegue el grupo.
Por cierto, ¿alguien sabe como le dicen a los de Dehesas Viejas?