Lo primero que se nos viene a la cabeza es la pregunta es el porqué ese nombre. Hace ya unos cuantos años, en esa época en que los cambios iban en el cuadro y tenías que tirar de palanca para subir algunos de esos seis piñones que llevabas (porque antes se les llamaba piñones y no coronas y ni mucho menos casette), pues le pregunté a cierta personalidad de este mundillo del porqué del nombre y su respuesta fue bien clara. - Si vas a hacer ese circuito, más te vale que te lleves, aunque sea, un buen mendrugo de pan que a buen seguro te va a hacer falta y no te va a sobrar. Y no le faltaba razón.
Por supuesto, esa catalogación digna más bien de una leyenda urbana que de un erudito de la materia no tiene nada de ciencia cierta pero como hasta la presente, y que Dios me perdone, nadie se ha atrevido a pronosticar otra versión, pues nosotros seguimos creyéndola a pies juntillas con cierta dosis de nostalgia ya que desde que el progreso se empeñó en acercar ciudades construyendo autovías, el circuito original quedó anulado y os cuento el por qué.
Lo primero, para los más "neófitos" en el tema, el circuito del mendrugo no es otra cosa que un recorrido que nos lleva en la actualidad a la Peza desde Granada (que es el recorrido que hemos hecho hoy) para continuar para el embalse Francisco Abellán y desde ahí a Darro para seguir con dirección a Bogarre, Iznalloz, Deifontes, Albolote y cada cual a su templo. Dicho recorrido se puede hacer también a la inversa, que tanto monta como monta tanto (como diría Isabel a Fernando).
Eso es en la actualidad ya que originariamente no había que ir a la Peza sino que por el Fargue se afrontaba la subida a Puerto Lobo, Puerto de la Mora (si, el puerto de la mora) y puerto Molinillo. Cuando acababas de coronar el tercer puerto ibas más "trillao" que un trigo en una era. Desde ahí a Darro y ya, el regreso, por el indicado en la versión nueva.
Teniendo en cuenta que las carreteras, las bicis, las barritas y las indumentarias eran de otra manera (porque el calor era el mismo ya que nos alumbraba el mismo sol que ahora) cuando llegabas a la zona de Bogarre ya podías ir divisando en el cielo a los buitres volando en círculo. Con el tiempo, ese recorrido cayó en desuso, como decía, por la maldita autovía, reinventándose poco después por la Peza y manteniendo el halo de circuito mítico granadino que, junto otros cuantos, deberían ser nombrados lugares de culto para cualquier amante del ciclismo que se precie.
Y allí hemos estado, con un grupo mermado de efectivos, eso sí, pero que prácticamente la totalidad del pelotón ha culminado con éxito el recorrido salvo un abandono por avería tecnológica (que no mecánica) y algún que otro que en los Blancares ha tornado sobre sus pasos para cumplir con diversos compromisos familiares.
En la ida, con mucha cautela, nadando y guardando la ropa como se suele decir. Varias grupetas con diversos ritmos. Por delante, unos pocos que comenzaban algo antes y por detrás el grueso de pelotón hasta el inicio del baile, en Quéntar, donde cada cual ha puesto su disciplina para ir lo más cómodo posible.
Aplauso especial al grupo hoy, que ha tenido a bien en reagruparse al completo en Blancares para afrontar el último "arreón" hasta Darro (donde estaba puesto el control de firmas) todos juntos. ¡¡¡Esa es la actitud!!!
El regreso, todos agrupados ya que el terreno es muy favorable lo que se ha conseguido rodar con una velocidad más que considerable ya que la carretera así nos lo ofrecía.
Mención especial a nuestro compañero Miguel, nuestro particular "ángel de la guarda" con el coche, que ha estado en toda la etapa pendiente de que no nos faltara agua en ningún momento, cosa que es de agradecer y de poner en valor.
Con días así, da gusto rodar con el Velo Club.
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