lunes, 29 de septiembre de 2025

Domingo 28 de septiembre: VENTAS DE HUELMA

Vivimos en un mundo en el que la globalización copa todo lo referente a nuestras vidas. Paseas, por ejemplo, por Granada y la fisonomía comercial de nuestra ciudad ha cambiado por completo. Ya no quedan tiendas como las de antes. Ha llegado a tal punto que, viéndote en cualquier calle de la capital puede convertirse en una alineación temporal espacio/tiempo y puede parecer que estas en cualquier otra ciudad del mundo. Carteles, luminarias, colores, todo es igual, todo está despersonalizado.

Pero hay una cosa que ha sabido adaptarse a los tiempos, que ha perdurado desde épocas inmemorables hasta nuestros días. Cosas que, muy a pesar de muchos, sigue latente y es la malafollá "granaina". Eso está arraigado de tal manera que es indestructible, como la caja negra de un boing 747.

Robándole palabras citadas por nuestro insigne Goyo que aludía en su momento en una crónica en este blog allá por 2010 y que expongo aquí fielmente, para contar lo ocurrido este domingo 28 de septiembre de 2025:

I. LA MALAFOLLÁ GRANAINA (Malafornicius Granatensis)
Asegura el afamado escritor granadino José Ladrón de Guevara en su libro "La Malafollá Granaina", cuya lectura recomiendo, que según los estudiosos del tema la malafollá granaina se irradia desde la gran farola existente en Puerta Real, de forma que se expande en círculos concéntricos perdiendo intensidad a medida que se aleja de dicha farola.
Puedo decir sin temor a equivocarme que nada mas lejos de la realidad. El epicentro de la Malafollá Granaina se encuentra sin duda en Píñar, y mas concretamente en el establecimiento "Los Perejiles" (que Dios los confunda), no he encontrado en mi vida una muestra de malafollá granaina mas genuina que la que se destila allí. Pata Negra vamos.

Sólo hay que cambiar el pueblo. Separados en la distancia el uno del otro por más de 80 km y 15 años después, podemos asegurar sin lugar a dudas que esta idiosincrasia "granaina" sigue rezumando por los poros de estos nuestros paisanos provinciales como si de sudor veraniego se tratase. Ríase usted del Rh negativo de los vascos.

Paso a contar los hechos. Curiosamente, y a ver si sirve de precedente, hoy, el Velo Club partía en grupo y en perfecta armonía con dirección a Ventas de Huelma. Había que hacer unos kms por la vega para luego ir a Ventas por Chimeneas y Ácula. Todo normal, con la salvedad, vuelvo a reiterar porque es sorpresiva, que todos, a excepción de nuestros veteranos más ilustres que partían unos minutos antes, todos, partíamos juntos. A las primeras de cambio, cuando el terreno se inclina, comienzan los primeros descuelgues. El grupo rueda bien, con gente que va tirando y gente que va subiendo y bajando para ayudar a compañeros a volver a la disciplina del grupo. Llega el momento en el que se forman grupetas coincidiendo por los últimos kms de la ida. 

Está muy extendido en el grupo eso de salir y no ver a donde se va. ¿Para que vamos a leer el libro de rutas? La casualidad es, para confusión del personal, que suelen ser los que siempre van delante. La cosa es que llegan los primeros a Ventas de Huelma y como si hubiesen sido arrastrados con una cuerda, tiran para Casa Luciano cuando el libro ponía Mesón Bernardo. Los de detrás siguen sus pasos. La última grupeta, compuesta por unas 6/8 unidades entre las que se encuentra este que relata, sí cumple con el libro y tira para "el Bernardo". El azar hace que yo sea el primero entrar al local. Apenas 4 parroquianos del lugar apostados en al barra dirimen sobre los designios del pais al más puro estilo "cuñao". Buenos días, suelto, alto y resolutivo. Uno de ellos se vuelve y masculla sin mucha efusividad algo parecido a un saludo. Una muchacha muy joven, libreta en ristre, se aviene presta a tomar la comanda. "Cortado y media de aceite", digo. Mientras, me dispongo a cumplir con mis obligaciones prostáticas en el aseo. La posición sentada en la bici provoca que se establezcan prioridades casi innegociables y una vez que echas el pie a tierra, ya sabes a donde tienes que dirigirte.

Cuando me dispongo a salir del baño, el grupo ya estaba sentado en torno a un tonel de madera dispuesto a lanzar todo tipo de peticiones a la joven.

Ya tenía yo mi cortado servido en la barra, que tomo y me coloco en una mesa contigua al tonel. Hasta ahí, todo transcurre con absoluta normalidad. 

Es en ese momento cuando entra en escena el protagonista del relato. Un espécimen lugareño cercano a la edad de los 50 (o más diría yo) lanzando todo tipo de improperios a los amarillos del tonel. ¿Que me he perdido mientras estaba en el baño?, me pregunto. Pues no me he perdido nada, me digo. Es que el señor es así de simpático. Amenaza al grupo con tardar el ciento y la madre utilizando toda la malafollá del mundo habida y por haber. Que las cosas se piden de uno en uno y que primero, las bebidas. "si todavía no hemos empezado a pedir" acierto a escuchar del grupo. 

Total, que cuando la cosa vuelve a rodar, mi tocayo Atienza pide una cocacola. Respuesta del señor: "No te la pongo" (ahí, con dos cojones) a lo que el doliente se levanta encarándose con él. Hay que tranquilizarlo para que la cosa no vaya a mayores. Una vez servidas las bebidas, viene la bomba. "Que sepáis que no tengo pan, que no ha venido el panadero" Bomba que cae como un mazazo por dos motivos. Uno, porque nos quedábamos sin comer y otro, que se le notaba la alevosia y premeditación a la hora de "exigir" primero que le dijésemos las bebidas para asegurarse la venta para después lanzarte el puyazo definitivo. No hay pan y el café son 1.50 € (ni en el mirador del Palace).

La faena la remata al más puro estilo de los grandes toreros, para salir por la puerta grande. Aún le quedaba la estocada definitiva, la de gracia, la que nos iba a dejar noqueados. "Aquí no quiero ciclistas", dice, para seguir "ahí detrás  tenéis un bar donde tienen de todo", sentenció.

La estampida fue de órgado. En un principio pensé hacer un "simpa" (cosa que nunca he hecho pero que la tengo en el tintero y ahí se presentó la ocasión más idónea). Pero no, uno tiene sus principios y con la poca dignidad que el señor nos dejó pagué religiosamente mi café a 1,50€, intentando igualarlo en malafollá, sin conseguirlo y tiré para Casa Luciano, ahí detrás, como decía el especimen. Los demás hacen lo propio. Una vez en el Luciano, las tostadas nos supieron a gloria y nuestra descarga de indignación también ya que todos los compañeros fueron informados de tal afrenta.

Así que ciclistas del mundo, si queréis conocer de primera mano lo que es un tipo con malafollá genuina, no dejéis de visitar el Mesón Bernardo. Eso sí, se recomienda ir desayunados ya que allí poco vais a pillar.

El regreso, todos juntos de nuevo, rodando con ganas ya que el terreno es más que favorable.

Los veteranos llegaron hasta Chimeneas volviendo hacia Maracena por los desiertos y la carretera de Santa Fe, como marcaba el libro de rutas, con la casualidad que todos los componentes de la marcha se juntaron en la entrada de Albolote. 

Por cierto, esta marcha era en recuerdo a uno de nuestros socios más queridos, el amigo Agustín, fiel delegado de marchas y ángel guardián de nuestra seguridad durante muchos años en el Velo Club.

En nuestra retina siempre quedará la imagen del semblante sereno de Agustín apostado en la cuneta de cualquier carretera esperando sin prisa alguna en aquel mercedes amarillo con la dirección "resisitida" como el decía, los asientos de scai y sin aire acondicionado.

Grande Agustín.



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