Hoy, y creo que durante un tiempo si no cambia el panorama, me ha tocado vivir al marcha desde el vehículo de apoyo. Cuando se va en estas circunstancias, con el coche me refiero, es cuando uno se da cuenta de lo importante que es la labor del delegado de marchas. Ir pendiente de todo, y de todos, para que no haya percances, o en su defecto, minimizarlos es la tarea principal.
Como dato significativo, en una de las primeras paradas que he hecho mientras pasaban todos los grupetos de nuestro club, en las inmediaciones de Alhendin, y llegado a contabilizar unas 11 peñas o grupos, además del nuestro, de amantes de la bici. Eso, traducido en cifras puede rondar aproximadamente los 200 ciclistas. Eso, mientras estaba parado y un transcurso de tiempo no superior a los 10 o 12 minutos.
Por contra, habrán pasado una decena escasa de coches, lo que me da por pensar de quienes son los usuarios más comunes de esas carreteras y de quien debe respetar a quien (auque el respeto debe ser mutuo).
Así las cosas, el desayuno y control, como decía, se estableció en Los Naranjos, con algún que otro despiste de algún socio que solo ha quedado en Lecrin y otros tantos, en el Zahor recorriendo el municipio de Dúrcal, con su emblemático, a la a vez que querido por todos los ciclistas, pilarillo donde han inmortalizado tan simpática presencia con alguna fotillo testimonial.
El regreso, de forma escalonada por todos, cada cual en su grupeto de adaptación para hacerlo más llevadero.
Las fotos de hoy, de Manolo Ramal, Raimundo, Rafael Malagón y de este que os cuenta (léase Enrique)
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