lunes, 11 de marzo de 2019

Domingo 10 de marzo: TOCÓN DE QUÉNTAR

El grupo en la plaza del pueblo
     Son muchos los motivos por lo que elegí el deporte del pedal sobre cualquier otro (eso sí, sin desmejorar cualquier disciplina deportiva) es ni más ni menos lo que puede acontecer en cualquier salida encima de la flaca.
     Siempre se ha dicho, hasta la saciedad, que el ciclista está hecho de otra pasta. Claro, uno ve los datos tan significativos cuando ve en la tele cualquier prueba y se echa las manos a la cabeza.
     El pelotón ha rodado a una media de tanto por hora. Han estado tantas horas encima de la bici soportando las duras embestidas del viento, lluvia, frío y, por que no decirlo también, el temido calor.      A todo eso, en jornadas maratonianas que, una tras otra, componen cualquier periplo ciclista.
    Si a eso se le añade que no está permitido ponerse malo ni siquiera con un maldito y simple dolor de muelas, o lo que es peor, con una gastroenteritis que de al traste de cualquier aspiración triunfalista ya que no se te está permitido tomar ni siquiera una simple aspirina porque entonces te pillan los vampiros que rondan tu "chambre" en las horas iniciales de la madrugada criminalizándote hasta la saciedad, pues como que la cosa se complica en demasía.

     Digo esto, a todo esto buenas tardes/noches compañeros, porque este bendito deporte que nos ha tocado en suerte compartir entre todos tiene, aparte del canon profesional, y muy lejos de tales exigencias deportivas, eso de que uno coge su "flaca" al iniciarse el domingo, mira el calendario de ruta para ver que nos toca en suerte este día, un rápido y repetido repaso al tiempo vía Internet para ver que indumentaria elegir. 
     Esto de la indumentaria tiene mucha gracia. 
     Hay una época del año, esta que estamos ahora, en la que la salida de la marcha parece totalmente un carnaval al uso.
     Hay quien aparece pertrechado hasta las entrañas con ropa como si fuese a Siberia. La excusa, que estamos todavía en marzo (aunque tengamos una temperatura rozando los 25 grados).
     Otros, aparecen como si estuviésemos en el mes de agosto. Con ropajes propios de verano, eso sí, con las piernas y brazos más blancos que mandil de un panadero.
     Y otros, con más cáscaras que una cebolla, con la consabida presencia de ropa de invierno para las horas iniciales, pero que medida que avanza la mañana van desprendiéndose de capas, que van curiosamente dobladas acomodándose como mejor se puede en los bolsillos traseros de un maillot, al cual se le van dejando las costuras a punto de saltar como una traca de feria.

     Y en esto estamos cuando aparecemos en el punto de salida, como cada mañana para dirigirnos hoy al Tocón de Quéntar. 

     Toda la parrafada anterior viene al caso al destino de hoy.
   Siempre lo he dicho y lo mantengo. Vivimos en el mejor sitio del mundo para practicar el cicloturismo. 

     Una vez que te montas en la bici y empiezas a pedalear, te vas dando cuenta como a pocos kms. de la capital parece que entras en otra dimensión. 
     Resulta casi inaudito como no han transcurrido ni 15 km cuando te encuentras de bruces con un embalse, el de Quéntar, repleto de unas aguas provenientes de la Sierra, con un luz exuberante y una frondosa y constante vegetación que no desaparece en ningún tramo del recorrido. 
     Pinos, chaparros, almendros, algún que otro olivo, y sobre todo una amplia gama de florecillas que van adornado las cunetas dando ese toque de distinción que aporta la primavera.
     Una rápida vista al cielo, de un azul casi eléctrico, para cerciorarnos de que no hay ni un maldito cable que nos recuerde la civilización.
     Estas cosas, solo ocurren en Granada.

     Y allí, km a km nos hemos plantado en Tocón de Quéntar. Unos, los más avanzados, han rematado el periplo de la ida subiendo al emblemático puerto de los Blancares, con sus 1297 m. de altitud mientras hacían tiempo para que llegasen los demás.

     Después del breve, pero intenso refrigerio (lo de breve es por llamarlo de alguna forma ya que algunos han dado fehaciente cuenta de un suculento plato de choto al ajillo con la consabida cerveza a modo de desayuno.

     Los demás, sus ricas y suculentas tostadas con ese pan de la zona acompañadas de ese jamón y tomate que nos ha dejado los cuerpos más que satisfechos después de la ascensión de casi 20 km de carretera.

     El regreso, muy cómodo, ya que es todo bajada hasta la capital, donde nos hemos reagrupado en el lugar de costumbre para volver hasta Maracena con los bolsillos llenos de endorfinas, eso sí, con parada del grupo entero en la plaza de Colon (la de Granada, no la de Madrid), para inmortalizar mediante fotografía nuestro paso por la ciudad.

Si quieres conocer algo de la historia de Tocón de Quéntar, pincha AQUÍ

Curiosa foto con 4 parejas de hermanos miembros del Velo Club. Faltan los Hermanos Puertas y los hermanos Ramal.


(Las fotos de hoy, de Damián, Jose Maria, Manuel Ramal, Rafa Moral, Paco Negro, Abraham, Raimundo, Francis Galdón y Enrique)

1 comentario:

  1. Un verdadero placer leer tus crónicas semanales Enrique. Y todo esto tan magníficamente relatado sucede al tiempo de la disputa de dos de las más grandes carreras de primavera, la Paris- Niza y la Tirreno- Adriático.
    ¡Qué grande es el ciclismo compañeros!
    Salud.

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