Estrenamos mes y estrenamos horario de salida a las 8,30, que como aquel que dice provoca que algunos ,aparezcan con las legañas aún pegadas a los ojos.
Y menos mal que se sale pronto porque las rutas programadas se las traen. No vienen muy cargadas de kms pero si de dificultad por lo que la hora de llegada del grupo se extiende muy por encima de las 13.00 para los que se quedan en Maracena. Los que tienen que seguir hacia sus destinos, pues más tarde aún.
Eso tiene pertenecer al Velo Club y lo que lo hace diferente al resto. Todos esperan a todos. El que más anda como el que menos anda. Todos tienen cabida y derecho a realizar la marcha, sea el destino que sea.
Llevar el nombre del club en el pecho es una honra y un privilegio que debemos cuidar muy por encima de los intereses personales de cada cual.
Está claro que somos muchos, cada uno de nuestro padre y nuestra madre pero si todos ponemos de nuestra parte, seguro que todo redundará en un beneficio común y en el propio club.
Como bien decía un compañero, cuando nos vistamos con los colores del club, debemos ser el club, no alguien que pertenece al club y debemos representarlo de la mejor manera. Aquí nadie camina solo. Nadie se queda en tierra de nadie y si hay que pararse, se para.
Luego están las horas de salida, sobre todo las adelantadas. Entiendo que si se va a hacer la marcha entera, hasta el último km pues que se adelante la salida el tiempo que se considere oportuno, que está rondando en un tiempo no superior en ningún caso a los 15 minutos pero me asalta una duda, a saber: si no voy a hacer la marcha entera (al menos esa es la intención) ¿para que salgo antes?. En fin, esa es harina de otro costal.
La cosa es que hoy tocaba el Mirador de la Peza. Etapa dura, exigente y de una belleza sin parangón. Subir a esa zona siempre será un buen motivo para disfrutar de la bici y del ciclismo. El trazado es de lo más propicio para la práctica de este bello y noble deporte. De ahí que es muy normal ver a formaciones ciclistas de primer nivel preparando a sus corredores (ahí nuestro Rafilla se pone las botas).
Cruzar la capital te roba 40 minutos de reloj y te desespera pero es lo que hay. Una vez en la carretera de la Sierra, un pseudoreagrupamiento nos lleva hasta las primeras rampas de la subida. Por delante, 30 km hasta la Peza, en su mayoría de subida salvo los 8 últimos que son de bajada del puerto de Los Blancares. El añadido llegaba con otra subida desde la Peza hasta el mirador, unos 3 km escasos más.
El grupo se descompone poco a poco. Se forman varias grupetas. Por delante, los más fondados y por detrás, los más precavidos o los más desfondados. Poco a poco van cayendo los kms. Pasamos el pantano, que luce espectacular con las recientes lluvias y último "arreón" hasta el cruce de Tocón de Quéntar donde hay un pequeño grupo que da por zanjada la ruta de ida. El de cola, el nuestro, sigue su curso, despacio pero sin pausa. Se unen dos más. Se afronta Blancares. Llegada arriba y fin de la ruta para otros. Ni en mis mejores pronósticos estaba llegar allí hoy. Cuando no estás, no estás y punto. Pero se ha llegado con la inestimable compañía y apoyo de Juanjo, mi tocayo Atienza, y Bea (campeona), junto a Rafa Malagón y el otro Rafa que se unieron en el cruce de Tocón. Allí había varios compañeros que por motivos varios también daban por zanjada la ida.
Me despido de mis cuidadores. Ellos siguen adelante y los demás volvemos sobre nuestros pasos hasta Tocón para desayunar.
El regreso con mucho aire de cara, en algunas zonas con más fresco de la cuenta pero sin incidencias hasta el punto de reagrupamiento donde la intención era esperar al grupo principal. Después de comunicar por teléfono con el delegado de hoy y ver lo que aún le quedada al grupo por llegar, decidimos partir hacia Maracena atravesando un sin fin de calles peatonales ya que nuestra ruta habitual de regreso, por la Gran Vía, estaba cortada por algún evento deportivo.
La semana que viene, más.
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