Considero abrir la crónica de hoy con esta nueva imagen de un velo club que está transformándose y volviendo a sus orígenes en cuanto a colores se refiere.
Después de unos cuantos años paseándonos por la provincia con los ya clásicos azulones de nuestra indumentaria, hoy, al llegar el buen tiempo, algunos de nuestros compañeros han ido apareciendo con esta nueva y bonita (a mi gusto) equipación que seguramente dará mucho que hablar en el pelotón provincial.
Dicho esto, y despues de un buen rato peleandome con el sistema informático, heme yo aquí presto a contar, publicar y referir lo acontecido hoy.
Y lo hago después de batirme en retirada, ya que cuando discuto con el ordenador, no sé como se las apaña (el ordenador) para salir ganando.
Total, que al final todo esto lo hago desde el portatil "suplente" no sin antes mantener unas arduas negociaciones con el prestatario (léase aquí mi hijo) que me ha sonsacao varios caprichos a modo de pago por tan escueto préstamo.
Asi que a contar se ha dicho.
Resulta, como decía en un principio, que hoy, al aparecer el sol con sus aliadas y altas temperaturas, hemos ido asomando cada cual con la ropa que nos parecía oportuna.
Servidor, de los más prudentes, aparezco con una pseudo-equipación mezcla entre verano e invierno lo que me permitía afrontar el calor o el frio, según se terciase.
Como yo, otros tantos. Luego había quien aparecía como cuando nevaba. Con toda la artilleria textil, con bragas y guantes de invierno incluidos.
Y luego, los más osados. Los ávidos de estrenar equipación nueva (como muestra la foto de portada).
Por lo demás, seguimos pasando de la treintena de participantes, en un recorrido bonito por tierras del sur, en las mismas puertas del valle de Lecrin, en un pueblo como NIGÜELAS, con su cansina subida por la Alqueria de los Lentos, que hoy más que nunca, ha hecho tanto honor a eso, a los lentos que ibamos subiendo, entre piso mojado (Dios sabe por que) y los repechos.
El repostaje, casi como los pavos, en el Zahor, ya que algunos tienen menos espera que un mercancias cuando pita para salir, y vuelta al tajo, con un aire cansino en la clásica subidilla de Padul y Puntal hasta el Suspiro del Moro.
Desde ahí, hasta Armilla, coser y cantar hasta la misma entrada de la localidad donde hemos tenido que lamentar una caída de Marcelillo que no ha pasado a mayores salvo las rodillas y alguna que otra magulladora sin importancia. Total, chapa y pintura.
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