
Penúltima marcha de la temporada. Olivares teníamos marcado en el libro con unas cuantas revueltas para poder completar, al menos una tacada de kms que no han pasado de 80.
La cosa es que había que ir por las Torres y la "cuesta del perro". que tiempos aquellos en los que el can te recibía a base de ladridos desde que empezabas a subir. Claro, si eras novicio en esto, pensabas que el perro estaba suelto, es más, no sabía ni siquiera su ubicación. Entonces hincabas manillar y tirabas para arriba a golpe de riñón para poder esquivarlo en caso necesario.
Cuando coronabas y llegabas a la puerta del cortijo, el fiel "chucho" tensaba la cadena que lo sujetaba y que no llegaba ni por asomo a acercarse al asfalto, te dabas cuenta que no había peligro ninguno, pero que los registros del strava los fundías (por si acaso).
Hoy, el perro que hay no hace ni ganas de comer. Vamos, que tiene más malafollá que el camarero del Bernardo en Ventas de Huelma.
Retomando la ruta, una vez pasada la recta que prosigue al perro, en vez de bajar a Olivares, debíamos torcer a la izquierda y tomar la carretera del "casillego" para llegar a Pinos Puente y de ahi, a Olivares.
El regreso, por el mismo sitio hasta Pinos para tomar, en este caso, la carretera de Caparacena que nos llevaría hasta el Cubillas y Albolote donde, después del reagrupamiento, cada mochuelo a su olivo.
Los veteranos, que partían antes de la hora indicada, hacían lo propio pero por la vía rápida, que es de Pinos hasta Atarfe y Albolote.
El rodar hoy, como se va haciendo en las últimas jornadas. La marcha no es muy exigente ni muy cargada que kms que digamos, pues prácticamente todos juntos, a excepción de los que salen antes, hasta que en Pinos, un pinchazo, ha paralizado al grupo más numeroso. Aprovechando el parón, los que más desfondados vamos hemos adelandado unos metros para no castirgar mucho mientras venían por detrás.
Mención especial a nuestro compañero Joaquín Puertas, un hombre lleno de pundonor encima de la bici y hombre de peña como no los hay que, ante la falta de delegado hoy ya que el titular de la encomienda no se ha presentado ni el sustituto en estos casos, el no siempre valorado Miguel tampoco, no ha dudado ni un segundo en echar la bici al coche y aunque iba vestido de faena ciclista ha ejercido con maestría y dedicación exquisita de "ángel guardián" sacrificando su "ratico" de bici dominical por nuestra seguridad.
Gente como Joaquín es lo que necesitamos en cantidades ingentes en cualquier peña que se precie.

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