domingo, 18 de febrero de 2018

Domingo 18 de febrero: PADUL


     Jornada muy engañosa, al menos en la ida. Llegar a Padul, a priori, parece cómodo. Está cerca, a unos 30 km de Maracena y el terreno no es muy complicado. Alguna que otra tachuelilla, y el Suspiro del Moro, catalogado como puerto (no se que categoría) pero facilón.
     Si no aparece el viento, la cosa puede ir bien. De hecho, creo recordar que es la primera, quizás la segunda, vez que vamos a Padul. Siempre pasamos de largo con destinos más exigentes.

     Pero claro, el aliciente estaba en como llegar a Padul, y por donde. 
   Una vez en La Gabias, afrontamos la mítica subida de La Malahá (que por cierto, siempre la llamamos así pero no sé cual es su verdadero nombre, habrá que investigar). 
    Pues eso, subimos La Malahá,  y una vez en el pueblo, nos desviamos hacia el Mayerling. Puede resultar suave pero después de subir de manera exigente y el terreno posterior picando hacia arriba, la cosa cambia. 
    Para colmo, el Suspiro del Moro, que una vez coronado, se acabaron las exigencias. El resto es coser y cantar. Lo de coser no sé, pero lo de cantar bien que lo llevamos al pie de la letra (risas).

    El pueblo, Padul, nos recibe con todo un tardío carnaval, que vaya empeño que tienen algunos de saltarse los protocolos y fechas de las fiestas. Vamos a ver señores. El carnaval se celebra justo antes del Miércoles de ceniza, o sea, el fin de semana anterior. Todo tiene su fecha. Hay que respetar las tradiciones, ya sean religiosas, paganas o de lo que sea (aquí no se está hablando de tirar cabras por un campanario por tradición, que conste).
     La de pueblos que se suman a eso de saltarse las fechas. Ya mismo nos vemos celebrando la cabalgata de Reyes en San José, allá por marzo (o quién sabe cuando).

     Pero en fin, eso es harina de otro molino. Nosotros, en Padul, con carnaval, charanga, público expectante, y cientos de infantes (y no tan infantes) disfrazados, hemos inmortalizado la visita con la tradicional foto junto al mamífero emblemático de la localidad (léase Mamut) y para nuestro templo, no vaya a ser que nos veamos inmersos en mitad del desfile carnavalesco y nos tomen como grupo participante caracterizados de ciclistas.

     El regreso, mucho más cómodo, por la via rápida y todos en grupo, como debe ser.

FOTOS                                   Ruta RELIVE

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