Para ello, se parte en grupo desde Maracena para atravesar literalmente el corazón de la capital granadina que a esas tempranas horas de la mañana dominical no es demasiado laborioso. Una vez en la carretera de la Sierra el grupo se va estirando poco a poco, como haciendo la goma, hasta que termina por romperse en multitud de grupetas que empiezan la subida con el ritmo más adecuado.
Aquí si se que marcan las diferencias, y que diferencias. Los más aventajados, los aguilillas, ponen pies en polvorosa y los demás deciden tomárselo más como un reto personal que otra cosa.
Y poco a poco van cayendo los kilómetros hasta llegar al Dornajo, punto de inflexión para algunos que deciden que por hoy ya está bien y tornan el rumbo para iniciar la vuelta. El resto, continúa la ascensión por las Sabinas, tal y como marcaba el calendario.
Los últimos kilómetros se convierten en un autentico suplicio. El grupo de delante ya ha coronado y decide llegar hasta la Virgen de las Nieves. Mientras, por detrás, las grupetas se unen y se convierte en un mini pelotón con todos los que deciden llegar arriba. Últimos kílometros, quedan apenas tres, y ya no valen excusas. Cada uno tira como puede. El viento sopla de lo lindo. Gestos de solidaridad entre compañeros para que nadie vaya solo y poco a poco un rosario de ciclista va llegando al objetivo, los 2500 metros del altitud en los que está situado el paraje conocido como la Hoya de la Mora.
Allí, nuestro amigo Kiko, regente el kiosko que lleva el nombre del lugar se encarga de que todos y cada uno de nosotros no se vuelva con los depósitos vacíos y nos prepara los ya clásicos suculentos bocatas con las bebidas que cada uno prefiera siendo, como no podía ser de otra manera, el tercio de cerveza el protagonista.
Los veteranos llegaban hasta el Restaurante Los Puentes, que tampoco está nada mal.
El regreso, por Pradollano para evitar las curvas de las Sabinas, mucho más cómodo y rápido cumpliendo todos con el objetivo y marcando una muesca más en el manillar a modo de otro reto conseguido.
Llega Agosto y con él, el parón venariego. Felices vacaciones a todo el mundo. Nos vemos en septiembre.
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