domingo, 16 de febrero de 2020

domingo 16 de febrero: DÚRCAL

Posando junto a Rocío Dúrcal

     Tercer domingo de rutas de esta temporada. Bien podría decirse, si nos atenemos al tiempo, que estamos en pleno mes de abril y si me apuráis, mayo. Que día de sol, de buena temperatura y de ganas de rodar.

     Si es que la gente está como el vinagre de fuerte. Viendo esto, uno se pregunta que si esto es a principios de temporada, que será de nosotros, los "machacas" cuando lleguemos, si llegamos, a junio?.

     Aquí no hay tregua. Tras los primeros kms, que siempre suelen ser templados de fuerza, y que más o menos, rodamos todos juntos compartiendo chascarrillos (hoy eran monopolizados por los típicos "cucha, cucha, cucha..." de nuestro amigo Rafa Malagón, junto con su frase del día "échale un whatssapp" como el que echa un cubata) y otras noticias tan banales a esa hora de la mañana como entretenidas.

     Decía, que tras esos primeros kms el ritmo se acelera y empiezan a sobrar las cáscaras de ropa. El solecillo iba subiendo el termostato a unos 18 más que agradables grados y en el suspiro, punto en el que cada uno ha quedado en el vagón que más le convenía, ya íbamos todos liberados de las prendas auxiliares que tan agradecidas son el invierno.

     La llegada a Dúrcal, casi de grupeto en grupeto, llegando a colapsar como es frecuente en estos casos la cafetería que tenemos a bien en elegir para tales menesteres.
Muchas veces pienso ¿que dirán esos sosegados regentes de los bares que visitamos cuando nos ven llegar como si no hubiese un mañana? Turbamos hasta la más pétrea paz. Una legión de ávidos devoradores de tostadas no dan tregua a un equipo de humano que se esfuerza por no dejar descontento a nadie.

     A eso hay que añadirle los parroquianos del lugar, que miran con estupor como una marea amarilla entra como un elefante en una cacharrería soltando cascos, guantes, gafas, "garmins", botes de agua y un sinfín de aparejos propios de pseudociclistas, porque una cosa está bien clara. Andar, no andaremos, pero equipados, lo que se dice equipados, vamos del carajo. Vamos que solo nos falta llevar cuarto de baño en la bici.


     Una vez repuestos y saciados todos los comensales, vuelta al tajo. Primero inmortalizando nuestra visita al pueblo en su plaza donde luce orgullosa una escultura que homenajea a la popular cantante Rocío de nombre y Dúrcal de apellido. 

     Ya encima de la flaca regresamos por una ruta más que recomendable. Pasando por el emblemático pilarillo de Dúrcal y por debajo del puente de hierro, nos dirigimos a Cozvíjar para tomar un desvío a la derecha que nos lleva por la otra cara de la laguna de Padul y que pasa ni más ni menos que por una ruta romana por la que pasaban los carruajes romanos cargados de vasijas de aceite de oliva con dirección a la costa donde serían embarcadas con destino a la infinita Roma.

     Eso es en el papel, porque en la práctica íbamos como los mulos de labor. Con la cabeza gacha soportando un más que pesado aire en contra que nos ha templado a más de uno hasta bien llegados al Suspiro del Moro que, una vez superado, nos ha traído hasta Maracena con un rodar mucho más cómodo aunque a decir verdad, no hemos parado de hostigar hasta el punto de reagrupamiento en Bobadilla. 

El grupo pasando por debajo del puente que conecta con el de Hierro.

Las fotos de hoy, de Emilio, Manuel Ramal, Rafilla, Jose (Cogollos) y Enrique

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