domingo, 13 de febrero de 2022

Domingo 13 de febrero: DEIFONTES




De nuevo aquí, amigos de este noble y bello deporte. La temporada está en pleno rodaje, apenas dos marchas y ya se rueda con la valentía y las ganas que se tienen en la época de más movida ciclista, entiendase a partir de mediados de mayo.

Y es que hay fuerza, ilusión y ganas. Hoy teniamos marcado en el calendario una ruta super cómoda a Deifontes con una ída que se debía solvertar casi sin despeinarnos y con una vuelta algo más dilatada de kms pero llana al fin y al cabo. Bueno, eso en la teoria porque en la práctica es bien distinto. La escasez de km, que inicialmente marcaban 65 para su totalidad junto con el buen clima de hoy, se mezclan como en un cóctel explisivo provocando que se ruede con velocidades de locura, tanto en la ida como en la vuelta. 

Asi las cosas y viendo que Deifontes se nos quedaba corto se decide sobre la marcha ampliar tramo hasta la entrada el pueblo vecino, Iznalloz, para volver sobre nuestros pasos hasta el punto marcado para control de firmas. De nada sirve, da igual que sea llano, hay ganas y el personal está como el vinagre lo que provoca que lleguemos a Iznalloz en un abrir y cerrar de ojos. Sin tregua, se vuelve el pelotón y vuelta la la burra al trigo. Y es que el terreno invita a rodar, pero que digo yo que habrá que dejar algo para más adelante. Si esto es así ahora, ¿que será en mayo y junio?.

La cosa es que se llega a Deifontes. Alli reina el caos. Los regentes del local desborados ante tal avalancha de gente vestida de amarillo. Hoy ha sido el día más concurrido que se recuerda en la historia moderna del club y es que nos hemos presentado un total de 48 en el punto de salida, de locos.

El regreso, por el mismo sitio hasta El Cubillas donde hemos girado tal y como mandaba el rutómetro para Caparacena para llegar a Pinos Puente, La silenciosa, Atarfe y el posterior reagrupamiento en Albolote donde cada cual ha tirado para su templo.


A MODO DE REFLEXIÓN.

Resulta gratificante como el Velo Club, fiel a sus principios, mantiene su esencia, esencia que lo hizo grande allá por los noventa y que en la actualidad, lejos de convertirse en un reducto de algo que fue pero que ya no lo es, va creciendo. Y no solo crece en efectivos, que también, sino en valores que es lo más importante.

El tiempo de va tragando a los colectivos ciclistas que van envejeciendo sin remedio a falta de sangre nueva que vaya dándole ese golpe de aire fresco que todo club necesita. El Velo Club goza de buena salud, lleva un ritmo "in crecendo" en cuanto a número de socios se  refiere (ya somos casi 60) y va creciendo en unión, en amistad y en compañerismo. 

Pero no debemos olvidar que vamos en la carretera y la ecuación es simple. A más ciclistas, más riesgo. Debemos extremar las precauciones, las personales y las colectivas. A veces, el ímpetu nos lleva a invadir zonas de seguridad lo que conlleva a que más pronto que tarde podamos tener algún percance. Esperemos que no.

¡¡¡BRAVO POR EL VELO CLUB!!!


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