Lo primero es haber si alguien se anima y escribe algo que siempre somos Enrique y yo, jajaja, tranquilos que el Word tiene corrector ortográfico y si no entro yo que soy de letras y arreglo el tema.
Bueno, por partes. Ruta y consideraciones. Empiezo con la ruta. Tarde de calor, 24ºC, con nubes altas y calima asfixiante. Día de culotte corte y a pasear pelambreras por esas carreteras de Dios. Claro, eso yo, por que mi partenaire, Antonio Narváez Jr., va bien depiladito el chaval. Hemos salido a Albolote, Torreón, Cubillas, Chaparral y con las piernas calentitas y los espaghetis en el gaznate aún hemos tirado para arriba. Antonio, muy solidariamente, yendo mejor, muchísimo mejor que yo, ha ido a mi lado aguantándose las ganas de enfilar camino de Güevéjar, las primeras rampas se me han atravesado. Pero poco a poco hemos ido encontrándonos mejor y la pared de Güevéjar la hemos solventado bien. De ahí a Nívar, donde se ha visto quién está mejor, que susto como anda el Noi de Lo Pelat, y carga de bidoncillos en la Iglesia de Nívar. Hablando de agua, los tajos de Cogollos rezuman agua, las cunetas son ríos, no arroyos, ríos enteros. Los olivos parecen estar sembrados en Asturias, la tierra ha perdido su color marrón y ha pasado al verde de las colinas cantábricas. Bendita agua y cuánto se echa de menos cuando no cae del cielo o cuando vas empajarao y no llevas en el bidón.
Bidones llenos y camino del mirador, ahí las piernas ya han empezado a sentirse mejor y de nuevo Antonio ha tirado de compañerismo para animar en los metros finales. Bajada a Fuente Grande, acequia de Aynadamar, Barranco de Víznar y subida por esta localidad. Que duro. Por momentos dan ganas de dar la vuelta e irse a casa, hay que tirar de casta y amor propio, algo que en este deporte sobra, si no, mejor no subirse a la bici. Rampas suaves hasta coronar a 1250 metros de altitud. En apenas 20 kms hemos subido nada menos que de los 600 metros a los 1250. Por eso dice Paco de la Higuera que es un buen entrenamiento. Fotos en Puerto Lobo y para abajo por el cruce de Huétor Santillán, El Fargue, curvas del Tambor y pasada la Fajalauza hemos tirado calle Pagés abajo y más fotos en el mirador de San Nicolás que no está nunca solo. Empedrados, precaución, Gran Vía y a casa. 45 kms estupendos.
Ahora las consideraciones. No sé como serán otras peñas o clubes pero a mí me gusta la mía. ¿por qué? Por que está llena de gente que vale la pena. Dicen que los mejores amigos se encuentran en la edad adulta. Espero que así sea. Hoy, más allá de los pedales y las cuestas, ha sido una tarde en la que me he dado cuenta que tengo un amigo. Esto sí que vale, lo demás .... es anécdota. A pedalear.
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