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Foto de familia en el Camping de los Bermejales |
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Parte del grupo posando en la presa del embalse |
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El grupo iniciando la ascensión al Alto de la Malahá |
Desde su fundación en 1982, el Velo Club Maracena conserva el extraordinario y sano carácter de entender el cicloturismo como una actividad fraternal donde prevalecen los valores de UNIÓN, AMISTAD y COMPAÑERISMO.
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Foto de familia en el Camping de los Bermejales |
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Parte del grupo posando en la presa del embalse |
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El grupo iniciando la ascensión al Alto de la Malahá |
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la familia del Velo Club al completo en Huétor Santillán |
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Un pequeño grupo, con el "monje" |
(las fotos de hoy, de Manuel Ramal, Galdón, Jose de Cogollos, Damían, Julio, Antonio Gutiérrez, Roberto, Emilio, Francis, Jose Luis y Enrique)
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El grupo en Castillo de Tajarja |
La mañana comenzaba con algo de frio pero con los cielos limpios. Un azul eléctrico los adornaba en contrapunto con los verdes y amarillos que lucen por la vega, incipientemente motivados por una primavera cada vez más espectacular. Resulta curioso el paso por los llamados desiertos, que precisamente se llaman así por tratarse de un secanal árido y poco atractivo a la vista (que también tiene su encanto), y ver como están. En algunos casos parecen el salvapantallas oficial del sistema operativo del "ordenata". En este caso, hoy, también han servido de transición climatológica. De tener y a su vez, disfrutar de un solecillo más que agradable, a entrar en, como bien diría Julio Marvizón, una masa nubosa que se avecinaba, no por el estrecho como él solía decir, sino por Paranpanda. Y es que como dice el refrán "Cuando Parapanda tiene montera, llueve aunque Dios no quiera".
Apuesto a que os estáis preguntando quien era ese tal Julio Marvizón, ¿a que sí?. Bueno este señor era el hombre del tiempo de Canal Sur allá por los 90´, sabio, culto y escritor y que daba el tiempo en prime time en el canal autonómico cuando las televisiones, todas, se dedicaban a informar y no a lo que se dedican hoy en día. Pues bien, este señor, dentro de su infinita serenidad, con los brazos relajados y mirando fijamente a la cámara comenzaba la lectura del pronóstico del tiempo siempre con la misma coletilla. " la masa nubosa que se aproxima por el estrecho dejará precipitaciones de escasa importancia en el......". Daba igual, el tiempo que hiciera, si venían nubes o no, si se acercaba una ciclogénesis explosiva, daba igual, él siempre empezaba lo mismo.
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El paso por los desiertos con un cielo de transición de sol a nublado |
Y es que el paso por los desiertos, como meteoros al igual que en todo el recorrido, ha propiciado que me acordase de esa frase al ver como se avecinaban las nubes. Al final, no ha llovido, pero no hay nada como una buena amenaza de lluvia para darle alas a un grupo de ciclistas.
Una vez llegados al Castillo de Tajarja y de improvisar un reagrupamiento que quedó inmortalizado con alguna que otra instantánea, rápida bajada al Láchar donde una vez más, en la cafetería Los Arcos hemos repostado cada cual a su antojo y con plátano de rigor incluido. Hay que ver esta gente. No se como lo hacen para tener allí al ciento y la madre de ciclistas y no ciclistas y tratarnos a todos de esa manera tan especial y rápida. Deberían hacer cursillo o algo así en el que participen otros locales tabernícolas que se ahogan en un vaso de agua para ver si toman ejemplo.
El regreso, por la vega lorquiana, con buen ritmo hasta el reagrupamiento en Albolote.
Por cierto, se comentaba en la llegada a Albolote de un pequeño incidente que se ha producido en el trayecto más tranquillo de la marcha. Al parecer ha sido por la vega de Fuente Vaqueros o ya casi por la silenciosa. La cosa es que un mal frenazo, o como se suele decir, bandazo, ha propiciado que un nutrido grupo se haya visto abocado a encomendarse a los santos más cercanos y pidiendo cita a algún que otro cardiólogo ya que el susto ha sido monumental. Al final no ha pasado nada. Mera anécdota, sin caídas ni nada pero eso nos hace reflexionar sobre el tema.
Debemos tener cuidado, eso ya lo sabemos. Hay que extremar las precauciones y sobre todo hay que ser consecuentes. Montar en bici nos hace asumir ciertos riesgos, sobre todo el de las caídas pero cuando se rueda en grupo, esos riesgos se multiplican. Una mala gestión del movimiento puede llevar al suelo a un pelotón entero y por muy tonta que sea la caída siempre habrá lesiones de consideración.
Sabemos de sobra, y no hace falta repetirlo, que debemos tener cuidado pero por favor, que sea de verdad. A veces, estas cosas pasan sin culpables, pasan porque tienen que pasar y ya está pero que no sea por un descuido.
La semana que viene, otra de montaña con "el monje de Beas" esperándonos.
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El regreso, con "Parapanda con montera" |
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El grupo, ya más calmado, después de dar cuenta de los bizcochos |
Buenas tardes compañeros y compañeras. Heme yo aquí, presto y dispuesto a satisfacer al ávido lector (entiéndase también lectora en lo sucesivo por aquello de la paridad y el lenguaje inclusivo) escuchando truenos y más truenos en una tarde tormentosa que se ha presentado hoy, lejos de esa mañana primaveral que nos ha brindado este domingo primero de abril (¿será verdad eso de abril, lluvias mil?) y que nos ha llevado a la localidad de nuestro compañero Jose.
Hablo de Cogollos Vega, un municipio marginado por las infraestructuras de carreteras ya que no es lugar de paso (ni se espera que sea) y dada la cercanía de con la capital casi resulta imposible terminar allí una ruta. Claro, luego está el ingenio. Como bien dice el refrán (o lo que sea), "todos los caminos conducen a Roma", y Cogollos no iba a ser menos. Solo hacía falta dar un rodeo para completar kms. y darle a ese destino (bonito de por sí) el protagonismo que merece.
Este año, la ruta elegida era por la marginada antigua carretera de Murcia. Deberían fustigar con exposición a vergüenza en plaza pública al que tuvo a bien "condenar" al olvido a dicha carretera. De ser un santuario ciclista otrora, donde por esa carretera bien peraltada y asfaltada se accedía a municipios como Diezma y Darro para poder completar recorrido realizando el archiconocido circuito del Mendrugo por Moreda, Bogarre e Iznalloz, hoy, abandonada a su suerte viene a morir sin pena ni gloria para regocido de un atroz progreso en forma de autovia en un Beas de Granada.
La cosa es que con el tema del confinamiento, los oriundos de la capital si que se han visto abocados a usarla y disfrutarla ya que los límites periféricos te llevan hasta bien coronado el primer puerto, puerto Lobo. Los otros dos, el de la Mora y el del Molinillo ya pasaron, como citaba víctimas de la sinrazón, a mejor vida. Vayan estas reivindicativas líneas a modo de protesta.
Una vez pasado el Fargue y solventado Puerto Lobo, giro a la izquierda y subida al centro de interpretación de la naturaleza de la Sierra de Huétor para con un rápido descenso llegar a la localidad de Víznar, tristemente conocida por ser el lugar donde yacen en su cuneta "aún 85 años después" los restos de nuestro poeta más universal Federico García Lorca (de vergüenza). Llegada a Fuente Grande y nuevo "rampón", en este caso con hasta el 15% de desnivel que nos lleva al mirador de Alfacar y de ahí a Nívar y Cogollos Vega.
La temprana hora de llegada no ha dado tregua. El bar donde estaba estipulado parar, junto al instituto, estaba más que cerrado. Después de algunos que otros escarceos se decide bajar al pueblo a probar suerte cuando el señor regente del local, que se ve que estaba ojo avizor desde el interior y viendo que se escapaba una buena oportunidad de hacer caja, sale alertando al personal diciendo que abría inmediatamente a lo que los que allí nos hemos percatado del aviso hemos lanzado al viento, con aspavientos incluidos, todo tipo de voceríos para alertar al resto. Resulta, cuanto menos curioso, lo que se tarda en reunir a la tropa cuando se trata de ir a un bar. En tres segundos estaba el rebaño al completo tomando asiento y apostados en la terraza. ¿Anda que si fuese lo mismo que para hacer una foto del grupo?
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Los anfitriones Jose y Nati |
El regreso, una vez dada sabida cuenta de los dulces manjares, por Güevejar, Calicasas, El Chaparral, El Cubillas, Las Torres, la archiconocida cuesta "del perro" y una vez pasados los cansinos llanos, desvio a la izquierda y rumbo a Pinos Puente por el por nosotros bautizado puerto del "Casillego".
El paso por el Caparacena, con pinchazo incluido, y la llegada de nuevo al Cubillas y Albolote, ya de manera más tranquila, que las piernas ya iban diciendo eso de "¿es que esto es mu preciso?".
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El grupo posando a la salida de Cogollos |