El grupo, ya más calmado, después de dar cuenta de los bizcochos |
Buenas tardes compañeros y compañeras. Heme yo aquí, presto y dispuesto a satisfacer al ávido lector (entiéndase también lectora en lo sucesivo por aquello de la paridad y el lenguaje inclusivo) escuchando truenos y más truenos en una tarde tormentosa que se ha presentado hoy, lejos de esa mañana primaveral que nos ha brindado este domingo primero de abril (¿será verdad eso de abril, lluvias mil?) y que nos ha llevado a la localidad de nuestro compañero Jose.
Hablo de Cogollos Vega, un municipio marginado por las infraestructuras de carreteras ya que no es lugar de paso (ni se espera que sea) y dada la cercanía de con la capital casi resulta imposible terminar allí una ruta. Claro, luego está el ingenio. Como bien dice el refrán (o lo que sea), "todos los caminos conducen a Roma", y Cogollos no iba a ser menos. Solo hacía falta dar un rodeo para completar kms. y darle a ese destino (bonito de por sí) el protagonismo que merece.
Este año, la ruta elegida era por la marginada antigua carretera de Murcia. Deberían fustigar con exposición a vergüenza en plaza pública al que tuvo a bien "condenar" al olvido a dicha carretera. De ser un santuario ciclista otrora, donde por esa carretera bien peraltada y asfaltada se accedía a municipios como Diezma y Darro para poder completar recorrido realizando el archiconocido circuito del Mendrugo por Moreda, Bogarre e Iznalloz, hoy, abandonada a su suerte viene a morir sin pena ni gloria para regocido de un atroz progreso en forma de autovia en un Beas de Granada.
La cosa es que con el tema del confinamiento, los oriundos de la capital si que se han visto abocados a usarla y disfrutarla ya que los límites periféricos te llevan hasta bien coronado el primer puerto, puerto Lobo. Los otros dos, el de la Mora y el del Molinillo ya pasaron, como citaba víctimas de la sinrazón, a mejor vida. Vayan estas reivindicativas líneas a modo de protesta.
Una vez pasado el Fargue y solventado Puerto Lobo, giro a la izquierda y subida al centro de interpretación de la naturaleza de la Sierra de Huétor para con un rápido descenso llegar a la localidad de Víznar, tristemente conocida por ser el lugar donde yacen en su cuneta "aún 85 años después" los restos de nuestro poeta más universal Federico García Lorca (de vergüenza). Llegada a Fuente Grande y nuevo "rampón", en este caso con hasta el 15% de desnivel que nos lleva al mirador de Alfacar y de ahí a Nívar y Cogollos Vega.
La temprana hora de llegada no ha dado tregua. El bar donde estaba estipulado parar, junto al instituto, estaba más que cerrado. Después de algunos que otros escarceos se decide bajar al pueblo a probar suerte cuando el señor regente del local, que se ve que estaba ojo avizor desde el interior y viendo que se escapaba una buena oportunidad de hacer caja, sale alertando al personal diciendo que abría inmediatamente a lo que los que allí nos hemos percatado del aviso hemos lanzado al viento, con aspavientos incluidos, todo tipo de voceríos para alertar al resto. Resulta, cuanto menos curioso, lo que se tarda en reunir a la tropa cuando se trata de ir a un bar. En tres segundos estaba el rebaño al completo tomando asiento y apostados en la terraza. ¿Anda que si fuese lo mismo que para hacer una foto del grupo?
Los anfitriones Jose y Nati |
El regreso, una vez dada sabida cuenta de los dulces manjares, por Güevejar, Calicasas, El Chaparral, El Cubillas, Las Torres, la archiconocida cuesta "del perro" y una vez pasados los cansinos llanos, desvio a la izquierda y rumbo a Pinos Puente por el por nosotros bautizado puerto del "Casillego".
El paso por el Caparacena, con pinchazo incluido, y la llegada de nuevo al Cubillas y Albolote, ya de manera más tranquila, que las piernas ya iban diciendo eso de "¿es que esto es mu preciso?".
El grupo posando a la salida de Cogollos |
(las fotos de hoy de Manuel Ramal, Emilio, Rafilla, Roberto, Antonio Gutiérrez y Enrique)
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